16 de diciembre de 2009

Reseña de Semillas



Ayer necesitaba que me diera el aire frío un ratito después de tantas horas de trabajo y llamé a una amiga para que me acompañara a la Sala Malandar, en Sevilla, a ver la obra "Semillas". La verdad es que no tenía ningunas expectativas porque no sabía muy bien de qué iba, solo había leído este cartel.
La sala tiene una acústica buenísima y jugaron muy bien con las luces, pero empezó 35 minutos tarde y por poco me quedo frita.
El grupo de música que tocó me pareció absolutamente precioso, mezclaban la música oriental con darbuka y todo lo demás, con la guitarra española, caja, etc. Hasta cada cantante era de su propio estilo musical. Fue precioso, me evadí durante toda la canción y me imaginé contando una historia a través del baile. Me encantaría poder bailar con ese grupo en directo.
Luego salió una chica, japonesa supongo, que lo hizo... INCREIBLE. Estoy buscando su dirección por todos lados para decirle que soy una fan absoluta de ella. Bailó unas alegrías con la música en directo, qué pose, qué expresividad, qué manos... Embobada me tuvo todo el rato y consiguió arrancarnos muchísimos aplausos a lo largo de su actuación. GENIAL.
También bailó Neferet, muy bien como siempre, con su estilo propio, sus abanicos y su mirada profunda.
Me gustaría poder contar de qué iba la obra, pero no entendí nada. No sé si estaba un poco espesita después de todo el día o que no transmitieron muy bien el mensaje. Se notaba que algunas no lo llevaban muy ensayado, incluso se ponían a hablar en el escenario para saber qué tenían que hacer. Por otro lado, aprovechando que vi una chiquilla que hizo algo que últimamente me estoy encontrando mucho por ahí, lo comento. No sé qué pensáis sobre esto, pero a mí me parece un poco mal. No puedo entender que una bailarina "obligue" al público a aplaudir o a llevar el compás con las palmas. Si realmente vales, si dejas boquiabiertos a los presentes o si la música es lo suficientemente animada y acompañas con el baile, el público solito tocará palmas por sí solos. Creo que resulta, además de forzado, como si se bailase con inseguridad, necesitando a toda costa la complicidad de los demás. Pero como siempre, para gustos colores.
También bailó un chico primero disfrazado de militar y luego de esclavo indio. Me encantó la expresión de su cara y su mirada tan penetrante. No pude quedarme hasta el final porque tenía que madrugar al día siguiente, pero me llevé sobre todo el grupo de musica y a la "japonesa". (Si alguien la conoce, que me ponga en contacto con ella, por favor)

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